PERDEMOS NUESTROS PUEBLOS
«A veces la soledad es la mejor compañía».
La frase viene a cuento en relación a la despoblación que están sufriendo nuestros pueblos y aldeas.
Alcadima, a pocos nos suena, esta ubicada en Lietor. Era una pequeña aldea de cerca de trece viviendas cuyos moradores vivían de la agricultura, especialmente de unos excelentes tomates, higos… y un poco de la ganadería.
Alcadima fue una de las primeras aldeas de la provincia de Albacete en abandonarse al olvido de moradores y autoridades.
En nuestra comarca, Arteaga de Abajo, perteneciente a Peñascosa, es otro de los ejemplos de despoblación. Arteaga, famosa por sus corderos quedo sin moradores a principios de los setenta.
A ella podemos sumar más: núcleos como el Encebrico, en la Sierra de Alcaraz, pertenecientes a Paterna del Madera o Las Hermanas, que llego a tener treinta viviendas ocupadas, perteneciente a Molinicos.
Cerca de tres mil aldeas se encuentran en venta en España actualmente.
Albacete cuenta ya con más de una veintena en las que, prácticamente, en invierno no viven más de diez personas, todas ellas mayores de 70 años. Un panorama totalmente desolador de cara a la próxima década.
Galicia, hace años, toco la alarma, sólo en esta región hay más de mil setecientas aldeas abandonadas, si bien, esta comunidad, es una de las que mayor interés despiertan a la hora de poblarse de nuevo, debido a que muchos extranjeros comienzan a buscar una vida más tranquila en el medio rural gallego y al interés de las autoridades de que sus nuevos moradores, aunque sólo sea un habitante, tenga el mismo derecho a los servicios con los que cuente cualquier población, tales como servicio de correos, asistencia médica o simplemente enlace mediante un microbus diario con el núcleo de comarca.
El medio rural se enfrenta desde hace décadas a uno de los problemas más graves que puede sufrir un territorio: la pérdida de población.
En la zona de la Sierra de Alcaraz, que ocupa casi el 11% de la provincia acoge apenas el 3% de su población con densidades inferiores a los 7 hb/Km2, frente a los 22 hb/Km2 del resto de la provincial.
Este hecho cercena gravemente las posibilidades de desarrollo de los pueblos ya que, además de disminuir el número de vecinos, quienes se van son, principalmente, las mujeres y las personas formadas.
La despoblación es un problema de graves consecuencias para los pueblos a la vez que implica la pérdida de valores culturales, de señas de identidad y evidentes riesgos medioambientales en relación al territorio en el que se produce.
Hay medidas fáciles de tomar como desgravaciones en IRPF a los españoles que habiten en núcleos rurales de menos de dos mil habitantes, apoyo de políticas activas que incorporen a la mujer en el medio rural, aplicar un tipo más reducido en el impuesto de transmisiones patrimoniales o en el impuesto de plusvalías, este de facultad municipal, adaptando los valores recaudatorios a los valores de mercado; incentivos a la deslocalización de empresas y apoyo financiero a emprendedores del medio rural.
Por supuesto todo esto pasa por apoyar la agricultura y la industria agroalimentaria, por mejorar la red de carreteras y por fomentar las nuevas tecnologías de la de la información con pleno acceso a internet y completa cobertura de telefonía móvil.
Es necesario, entre todos, poner en valor el medio rural.