La toma de Alcaraz, última heredera de un vasto territorio que incluía su sierra y los Campos de San Juan y Montiel y que según historiadores como Aurelio Pretel, puede coincidir con el del obispado de Mentesa de tiempos visigodos era una pieza clave en los planes de ambos para la ocupación, recristianización y reorganización de la frontera.
La Conquista del “hisn al-Karas” (castillo de Alcaraz) es glosada ampliamente en fuentes musulmanas ( Kitab de Al-Himyari) destacando la defensa del alcaide Abu Ŷafar Ibn Faraŷ.
El rey Alfonso VIII “ de si cercó Alcaraz e lidiola con almajaneques e buzones; e salieron los moros e quemaron los buzones” tras el chivatazo a los árabes por el musulmán que diseño alguna de ellas.
Alfonso VIII, a sabiendas de la falta de agua y hambruna en las huestes musulmanas decidió, tras varios meses de asedio envió un ultimátum al alcaide, y el jueves 23 de Mayo,, día de la Ascensión, limpia ya la ciudad de la “inmundicia islámica”, el monarca entraría en Alcaraz en procesión solemne, como el año anterior hizo en Toledo tras vencer en Las Navas, esta vez acompañado del arzobispo de Toledo Ximénez de Rada quien consagró la mezquita que posteriormente se convirtió en la Iglesia de Santa María.